jueves, 26 de junio de 2008

En Viron I (Octava parte)

Escuchando: “Mr. Spaceman” de The Byrds

Me siento: agobiada

No sé cómo pudo pasarme desapercibido el silencio de Alfred hasta ese mismo momento. Se le había acabado la energía y por eso hacía ya unas cuantas horas que no me decía nada, ni siquiera para decirme que le recargara y es que, sin duda, aún estaba “triste” por lo que le había pasado a nuestra nave en los desiertos de la superficie de Viron I. Con el beneplácito de Jurgeni enchufé el cristal de Alfred a una fuente de energía y, con voz somnolienta, volvió a la vida para echarme la bronca:

-Vaya la que has armado, Barbarella, las computadoras de este extraño lugar no hablan de otra cosa.

-Sí, ya, ¿no tienes nada nuevo qué contarme?

Eso le volvió a dejarlo mudo.

-Jurgeni, tu me ayudarás a encontrarme de nuevo con los “extraños”. Sé que sabes por dónde pueden estar gracias a tu telescopio.

-Pppero, si nos capturan…

-Barbarella –abrió de nuevo la “boca” Alfred-, ya escapaste una vez de ellos y por los pelos. Sé que tienes que recuperar el control de la situación como dice el informe residual que acaba de remitir el Presidente a todos los cristales informáticos de la Sede, pero ¿por qué te iban a ayudar? Cuando te vean, te van a destrozar.

-Eso ya lo veremos –cada vez tenía menos esperanzas en mis planes, pero con ese par a mi lado ya no albergaba ninguna a mi favor.

Provistos de unos cascos espaciales muy viejos, salimos al exterior. Jurgeni estaba demasiado dócil, pero igual creía que no le quedaba otra que aguantarse por el momento y ayudarme ya que su cuello también estaba en peligro.

-Dime una cosa, en Viron I hay muchas mujeres y muy pocos hombres, o eso es la impresión que me ha dado.

-No te equivocas, Barbarella, ahí abajo los hombres somos muy escasos debido a las guerras, por eso tenemos un día para… para eso con las fértiles.

Con dicha revelación mi plan adquiría un nuevo elemento de interés.

Tal y como la dejé permanecía mi vr-monotracer sobre esa extraña arena. Nadie había osado tocarla ya el asqueroso ruido del Sistema lo inundaba todo. Me seguía afectando, pero no tanto como a los “extraños”. Habilité el asiento de pasajero de mi moto y Jurgeni se montó detrás de mí, agarrándose a mi cuerpo muy nervioso.

-Para ya, que me haces cosquillas –le ordené con muy mala cara mientras ponía en marcha los controles de la vr.

El sol ya estaba bastante alto cuando, siguiendo las coordenadas que me facilitó Jurgeni, alcanzamos una extraña colina donde había una edificación que bien podría pasar por otra de las cientos de naves de guerra estrelladas sobre la superficie de aquel planeta. Nos desmontamos de la vr y penetramos en el interior húmedo. Una vez mas, Jurgeni muy dócil procedió a desactivar una serie de circuitos y supe que había desconectado el Sistema y lo confirmé cuando aparecieron los “extraños” en el horizonte.

Cuando se dispersó la nube de polvo que habían creado con sus extravagantes vehículos tras habernos rodeado, me vieron todos muy bien de pie sobre un saliente de piedra con mi arma en la mano y medio desnuda, pero sin enseñar nada. No se atrevieron a hacer nada por el doloroso recuerdo que les dejé en la última ocasión que me topé con ellos, sin embargo, aún me consideraban su diosa:

-Oh, diosa, ¿has sido tú quien ha acabado con ese infernal ruido que nos taladraba el cráneo cada vez que nos acercábamos al Cráter misterioso? –Garal se adelantó entre sus hombres.

Adopté una pose aún mas forzada de poder.

-Sí, y os vengo a ofrecer venganza y la posibilidad de perpetuaros como hombres libres con mis doncellas que se encuentras atrapadas en el interior de este planeta –eso último les animó bastante-, pero tenéis que ayudarme, ya que hay en el trono de Viron I un usurpador. Sí, habéis entendido bien, este no es un planeta muerto y habéis vagado años y años pensando que erais los únicos. No, no lo sois y mis doncellas os esperan para llevaros al cielo.

No consideré mi discurso muy digno de mención en la Historia de la Galaxia, ni tampoco os lo voy a relatar, pero todos se fueron conmigo al interior de Viron I. Entramos todos por el mismo lugar en el que lo hice yo hace no tanto y se sorprendieron de no tener que usar sus cascos espaciales. Sus armas antiguas estabas prestas para crear el caos.

-Os lo recuerdo, nada de hacer el amor con mis doncellas ni hacer nada raro, si no, ya sabéis cual es vuestro castigo. Tomar posiciones en el palacio.

La noche artificial de Viron I había caído. Por la red de conductos nos separamos y yo con Jurgeni fuimos al palacio imperial para reencontrarnos con la pérfida Madame Petinent. Tras una rejilla vimos que llegamos a la sala del trono que ya era como el antro en el que conocí a esa traidora y donde no me dejó disfrutar a fondo de su androide de compañía. Ocultos por las sombras, retiramos la rejilla y nos unimos a la peculiar fauna que abarrotaba el lugar y me fui a sentar al lado de una persona que me sonaba mucho a pesar de que ahora era morena. Era Yicam, la chica raycoriana que por la noche, como las demás de su planeta, cambiaba de color de pelo. Estaba muy asustada:

-Ayúdame a salir de este infierno, Barbarella –me musitó antes de besarme temblorosamente en los labios.

Continuará.

martes, 24 de junio de 2008

En Viron I (Séptima parte)

Escuchando: “My Fairy King” de Queen

Me siento: abstraída

Muy poco miedo debería de inspirarles ya que me empujaron dentro del calabozo sin esposarme ni nada. Tirada aún sobre el frío suelo me di cuenta de que no estaba sola y mi primera reacción fue irme hacia una esquina como un animal asustado y herido, aunque no tardé en cambiar de actitud. Era Jurgeni quien estaba de compañero mío de celda, aquel tipo que conocí cuando entré en el Gran Hoyo, y estaba encadenado a la pared.

-Vaya, la razón de mi condena va y aparece también en mi calabozo –se lamentó mientras su entrepierna se abultaba involuntariamente.

Me levanté y me percaté que, a cierta altura, había una apertura por donde se podía huir. A mi no me encadenaron pero, claro, no llegaba hasta allí arriba así que tenía que buscar una solución mediante la colaboración con Jurgeni y no creo que lo que le hice en el Gran Hoyo lo volviera muy positivo para mis planes de fuga.

-¿Sabes a dónde lleva esa apertura de ahí arriba? –le pregunté a Jurgeni.

- A la Estación del Gran Hoyo de donde me sacaste con tus malas maneras. Si no me hubieras dejado atado no me habrían condenado por dejar entrar a un ser no permitido y por dejar de activar las palancas de control de la energía –otra vez lamentándose.

Me acerqué a él y puse la palma de la mano sobre su bulto.

-Yo sé cómo quitarte esas cadenas –le insinué y era cierto, ya que el cristal de Alfred que, por cierto, no me lo había requisado por que no sabían qué era, podía cortar esas ataduras fácilmente-, y si me ayudas, pues… Igual termino de verdad lo que empezamos antes…

-No –giró la cabeza para no mirarme a la cara, pero yo estaba dispuesta a mas y le desenfundé el miembro y empecé a masajeárselo-.Ayúdame… Por que… Con cada pasadita de mi mano… Cada vez estarás mas lejos de metérmela… y solo doy una oportunidad. En el momento en el que te corras...

El se resistía a pesar de sus estremecimientos, pero cuando le salió un poco se líquido preseminal:

-¡Vale! ¡De acuerdo!

Cogí el cristal de Alfred y rompí sus ligaduras, luego él me ayudó a llegar a esa apertura que parecía un respiradero y, divertida, no dude en restregarle mis senos contra su cara para ver cómo reaccionaba.

-Eh, eh, primero salimos de aquí, luego haremos el amor, Jurgeni.

No es para comentaros la de basura que había en aquel conducto, pero, curiosamente, acabamos en una estancia hortera que ya me resultaba familiar y que era el hogar de Jurgeni. Fui directamente a la computadora e inserté el cristal de Alfred para comunicarme con la Sede y mi sorpresa fue mayúscula cuando apareció en la pantalla el Presidente.

-¡Barbarella, ya era hora de que te comunicaras con nosotros! ¿Sé puede saber qué has hecho en Viron I que el Emperador quiere declararnos la guerra a nosotros que solo queremos la Paz y el Amor? Y… Es mas, ¿qué haces hablando conmigo con tanta ropa? –el Presidente siempre con lo mismo aunque hubiera una conflicto interplanetario.

-Eh… Yo… Madame Petinent nos ha traicionado y ha matado al Emperador.

Le conté la larga historia sin entrar en detalles como os podréis imaginar.

-Y ahora ocupa su lugar.

-No hay tiempo que perder, Barbarella –dijo terminantemente el Presidente-. Tienes que acabar con Madame Petinent…

-Pero… -intenté objetar.

-¡No me interrumpas! Busca a alguien que te ayude a entrar y a retomar el control de la situación. ¡Ya! La gente ya está huyendo de Viron I y las naves de guerra en orbita están soltando amarras.

Cortó la comunicación y me quedé bastante transpuesta. Era la primera vez que me echaban la bronca desde que era agente especial y, en realidad, yo no había hecho nada malo.

Buscar a alguien que me pudiera ayudar para tomar el control. Sí, sabía a quién recurrir.

-Jurgeni –me giré hacia él-. ¿Hay alguna manera de desactivar el Sistema que impide entrar a los “Extraños” dentro del mundo interior de Viron I?

-Ssssí, pero el dispositivo está en el desierto y muy lejos de aquí… ¿Qué pretendes hacer? –chilló-. Y, es mas, ¡quiero hacer el amor ya! ¡Yo ya he cumplido con la parte del trato!

-Tranquilo, todo a su debido tiempo, Jurgeni. He de encontrar a los “extraños” –sonreí mientras acerqué mis húmedos labios a su rostro.

Continuará.

lunes, 23 de junio de 2008

El dibujo que me ha hecho Javichu

Javichu, es un viejo amigo internauta vasco residente en Pontevedra, el cual me comentó que sería interesante hacer de mis historias un cómica. Algo que es interesante.

Y, qué majo, me ha hecho un dibujo de prueba y todo, poniéndome de rubia como tiene que ser aunque yo sera morena. Quizás hubiera sido mejor otro mas insinuante, pero bueno, tampoco hay que pasarse, ¿verdad?

Gracias, guapo :-* Espero ver mas de esto.

viernes, 20 de junio de 2008

Sexo anal

Escuchando: “Wild Boys” de Duran Duran

Me siento: aburrida

Haciendo memoria, tanto de novios como de otros chicos con los que he hablado de o he tenido sexo, siempre ha habido una constante: el deseo de practicar sexo anal. Solo una vez lo he hecho y nunca mas, por que me dolió durante un buen rato y durante días, seguramente por que el que me la metió no se preocupó (ni yo tampoco) de lubricar un poco el asunto.

La verdad es que es una práctica que no me va mucho y que me suena hasta un poco gay incluso para los heteros, además de que no lo veo nada recomendable higiénicamente para una chica. Me hace gracia esas películas porno en la que le meten un pene por el ano a la actriz y luego acaban metiéndosela en la vagina y corriéndose en su cara. Menuda asquerosidad, encima con lo cuidadosa que tiene que ser una con lo que se mete por ahí abajo y encima chupar algo que ha estado metido en tu propio culo, chupando tu propia mierda. Si aunque lo hagas con preservativo, habría que cambiarlo para pasar de anal a vaginal…

¡Buaggggh! Que no os extrañe que tenga náuseas.

Conmigo no contéis para eso… No, no.

jueves, 19 de junio de 2008

En Viron I (Sexta parte)

Escuchando: “C´mon and Love Me” de Kiss

Me siento: extraña mirando la de trabajo que se me amontona

- Espero no haberte hecho daño cuando te tiré de la cama, cariño –se disculpó Madame Petinent con cara de importarle muy poco si me dolió o no-, pero es que yo digo cómo se juega con mis juguetitos, así que perdóname.

Estábamos solas en otra habitación mas pequeñas echadas en unas hamacas y balaceándonos entre la tenue luz azulada que emanaba una extraña lámpara situada en el suelo.

-Se me olvidaba ya darte las nuevas órdenes, aquí las tienes –me entregó otro sobre pero de distinto color, un color que nunca se había usado en la Sede y que no tenía que ver con el trabajo que realizaba. Soy desconfiada por naturaleza y es que la vida me ha hecho así.

Al parecer tenía que ayudar a Madame Petinent en su próxima entrevista con Emperador de Viron, la cual se celebraría al día siguiente. La sonrisa de tiburón que ella esbozó cuando terminé de leer mis órdenes no me gustó nada.

El día siguiente llegó pronto en aquella indeseable ciudad aunque yo pasé las horas mirando el techo tirada entre los cojines del gran salón y bajo la atenta mirada de Yicam. No estaba cansada y estaba alerta mientras ella jugaba con mi cabello acariciándolo y, mientras se hacía la dormida muchas veces, me abrazaba y me besaba en el cuello. Yo le dejaba hacer a su antojo sin preocuparme lo mas mínimo, sabía qué deseaba ella y no me negaría a dárselo siempre que me prestara su ayuda. La iba a necesitar desde que leí las órdenes, iba a necesitar su ayuda para huir de Viron I.

Unas grandes puertas negras se abrieron hacia dentro permitiéndonos pasar a mí y a Madame Petinent dentro del espacioso salón del trono del Emperador donde nos recibió un pequeño y viejo hombre encapuchado y con varias partes de su cuerpo biónicas.

Cuando llegamos a su altura, las dos nos arrodillamos pidiendo permiso para hablar con el Emperador.

-Yo soy la Boca y los Oídos del Emperador, así que lo que tengáis que decir… lo tendré que escuchar yo –aquel hombre parecía mucho mas alto ahora, la autoridad le elevaba hasta el cielo.

Madame Petinent me dio con el codo para que arrancara.

-Pues… Me llamo Barbarella y soy agente especial de las Fuerzas del Orden… -el hombre se inclinó hacia mí mostrándome gran interés, momento en el cual, Madame Petinent le dispara con un arma oculta y lo mata-. Pero… ¡¿Qué haces?!

-Calla, zorra, hago lo que me plazca. Sabía que viniendo tú no nos registrarían y así podría cargarme a ese mierdas del Emperador.

Y es que aquel hombre la capucha, en realidad, era el máximo el Emperador y, ante mi pasividad por la sorpresa, Madame Petinent despojó al muerto de su capucha y se la puso sobre la cabeza comenzando la transformación. Ya no era aquella mujer sino que, gracias a la capucha y a algún poder que tuviera, su cuerpo pasó a ser idéntico al del Emperador muerto y éste útlimo desapareció ante mi vista como si nunca hubiera existido.

Las fuerzas de seguridad irrumpieron en el salón de trono fuertemente armados.

-Cogedla –dijo Madame Petinent con la voz del Emperador-, tiene un arma.

Curiosamente tenía un arma en las manos durante unas milésimas de segundo. No pude hacer nada ya que me rodearon una veintena de guardias imperiales apuntándome con sus largos blasters. Me asieron y me pusieron en contacto con sus frías armaduras, frías como el calabozo al que me llevaron.

Continuará.

martes, 17 de junio de 2008

En Viron I (Quinta parte)

Escuchando: “Sultans of Swing” de Dire Straits

Me siento: Mejor cada día

No voy a negar que el viaje fue de lo mas placentero con Yicam, y es que la chica no me dejaba en paz con sus poderes mentales. ¡Cómo me apretaba y me chupaba! Menos mal que soy chica curtida en estas lides y pude mantener el tipo delante de todo el pasaje. Curiosamente, ella simplemente se dedicaba a mirar distraída por su ventanilla.

El hidro amerizó y con la ayuda de unos pintorescos remolcadores de colores muy chillones acabó siendo amarrado al muelle 15 de Viron Capital. Las azafatas nos invitaron a que fuéramos abandonando el aparato de forma ordenada y dando preferencia a aquellas formas de vida que tuvieran problemas para adaptarse al contorno de la nave, ya que ésta estaba diseñada únicamente para transportar humanos y allí había de todo un poco.

Junto con Yicam bajé la por la pasarela tras un monstruoso ser tentacular muy amable y educado en su trato con todas las personas con las que tropezaba en su lento avanzar. Nunca en mi vida había oído tantas veces seguidas la palabra “perdón”. Seguimos a la criatura hasta la salida del puerto y en la estación múltiple algo hizo saltar mis alarmas internas. Mi instinto me decía que algo estaba sucediendo y que éramos nosotras el objetivo de una atención no deseada. Le agarré del brazo a Yicam para obligarla a detenerse cuando irrumpieron dentro de la estación varias decenas de miembros de la policía de Viron. No sé por qué, pero sabía desde el primer instante que iban por mí.

Poco a poco el flujo de gente que salía de la estación se fue ralentizando ya que aquellos agentes paraban a diestro y siniestro a todo el mundo para preguntarle si conocía a la mujer de la foto obtenida a través de una cámara de seguridad. Y sabréis que era yo la que había captado la cámara.

El temor se hizo patente entre los vironianos ya que la policía confirmaba el rumor de que un “extraño” había desde el exterior, desde la superficie desértica del planeta, y andaba suelto por las calles de Viron.

-¿Qué es un “extraño”? ¿Es un soldado de esos que habitan allá arriba? –pregunté muy bajito a Yicam.

-Exacto, Barbarella. Son muy peligrosos y los últimos que accedieron al interior de nuestro mundo causaron muchos disturbios, aunque mucha gente dice que son un mito y que no existen esos hombres, que todos murieron hace muchos años. Otros dicen que son ellos los que creen que nosotros ya somos un mito. ¿Quién sabe? Igual ellos viven el futuro y nosotros el pasado o al revés.

-Créeme, existen, aunque ahora mismo me buscan a mí y no a uno de ellos.

Mi mirada se cruzó con la de un policía y sus ojos fríos me contemplaron a través de sus gafas protectoras azules. Abrió la boca y gritó empuñando su arma:

-¡¡¡Alto!!!

Todo el mundo se tiró al suelo instintivamente salvo yo. Me elevaba como un menhir sobre un prado multicolor, como un fantasma oscuro en medio de Viron.

No sé qué pasó, pero seguro que Yicam fue la responsable ya que todos los agentes comenzaron a ahogarse y ambas empezamos a correr y a saltar sobre las personas esparcidas por el suelo. Sabía que el efecto no iba a durar y desenfundé mi pistola lista para abrir fuego contra aquellos que, como yo, tenían su misión y sabía que no iban a dudar ni un segundo en dejarme mas agujeros que a un colador.

Los agentes recobraron la compostura y comenzaron a dispararnos ráfagas de tiros cuando alcanzamos el interior de un vehículo policial y lo robamos, poniéndose Yicam a los mandos y yo en la parte trasera regalando algo de metralla.

No os cansaré con el relato de la persecución a toda velocidad por calles y autopistas que acabó con nuestro vehículo destrozado y nosotras corriendo como unas desalmadas por los bajos fondos de Viron hasta despistar a nuestros perseguidores. Era momento de entrar en los dominios de Madame Petinent de una vez por todas y de conocer a aquella misteriosa mujer con la que tendría que trabajar.

Tras entrar por una puerta falsa practicada en una pared de un asqueroso callejón muy oscuro y que apestaba a orín, accedimos a una estancia donde largas cortinas de plástico caían desde las alturas para caer sobre grupos de personas tiradas por doquier sobre unos gigantescos cojines. Las risas eran amortiguadas por la suave música y un aroma que me resultaba bastante familiar embotaba los sentidos. Algunas de aquellas personas nos miraban e intentaban tocarnos los pies con sus bailarinas manos, otros se dedicaban a otros menesteres.

En el centro de aquel salón, podríamos llamarlo así, nos esperaba una mujer de largos cabellos negros tirada sobre una inmensa cama y abanicada con unas plumas que portaba un hombre totalmente depilado y azul, el cual estaba completamente desnudo salvo por un taparrabos. La mujer era Madame Petinent sin duda alguna, y como percibiendo nuestro aroma, se desperezó y se puso de rodillas sobre el colchón para recibirnos mientras se colocaba bien su camisón totalmente transparente.

-Muy bien, Yicam, has traído a nuestra invitada de una pieza, a pesar de que toda la policía de Viron os anda buscando –no tenía cara de enfado, sino que estaba divertida, y es que a Madame Petinent le gustaba jugar con los agentes de la autoridad de aquel planeta. Cogió el rostro de Yicam entre la palma de sus manos y le dio un beso en la mejilla, gesto que ésta agradeció con una leve sonrisa de satisfacción.

-Ven, Barbarella, ven aquí conmigo, no seas tímida –Madame Petinent se echó sobre la cama y yo tuve que acostarme junto a ella, a su derecha-. No te asustes ya que es algo que hago siempre que trabajo con una agente del orden mujer como tú. Como vamos a ser compañeras, debemos de empezar a compartir, ¿no crees? –me acarició el rostro mientras sentía como el hombre del abanico subía a la cama.

-¡Dioses! –exclamé y no con falta de razón cuando aquel ser azul se desembarazó del taparrabos y mostró a la concurrencia un miembro de exageradas proporciones.

-No te asustes, cariño mío –trató de tranquilizarme Madame Petinent-. Es una androide de compañía y su… miembro de adapta a cada mujer.

Sin darme cuenta, éste me cogió de las caderas y me rasgó el vestido entero y me metió todo, caliente y suave como si fuera de verdad. En mi vida sentí tanto placer de algo artificial, mientras que Madame Petinent con un mando unido al androide por un cable hacía que la forma de su miembro cambiara de tamaño, rugosidad… dentro de mi vagina.

Sudaba por todos lados y, ciertamente cuando me iba en mi propio éxtasis, el androide me la sacó y Madame Petinent comenzó a chupársela con fruición. ¿A lo que se refería con compartir eran mis fluidos, aquellos que pasaban del miembro al interior de su boca?

Todo el mundo estaba a nuestro alrededor, mirándonos. Yicam sobre todo, por que luego me enteré que solo tenía permitido tenerme a través de sus poderes mentales.

El androide se desparramó sobre Madame Petinent cuando ella lo ordenó a través del mando. Gotas de semen corrían por su boca que, rápidamente, recogía con las yemas de sus dedos y se los chupaba. Morbo y asco fue lo que sentí mientras el miembro del androide se relajaba algo para volverse a ponerse erecto y muy duro y volvió a mi interior para mi gozo.

Esta vez no me iba a quedar en las mismas y, mientras Madame Petinent se distraía contemplando como entraba en mí a toda velocidad, alcancé a arrebatarle el mando de órdenes y, justo cuando me iba, le di al botón de descarga y toda su leche se desparramó sobre mí. Desde la barbilla hasta la ingle. Mi piel totalmente cubierta de esa mezcla artificialmente cálida.

-¡¿Pero qué haces!? –chilló Madame Petinent toda furiosa mientras me tiraba de la cama y se volvía a dedicarse por entero a su androide.

Tirada en el suelo, con todas las miradas de aquellos extraños individuos sobre mí me quedé relajada hasta mas no poder.

Continuará.

lunes, 16 de junio de 2008

Electric Barbarella

Empecemos con energía la semana...


viernes, 13 de junio de 2008

En Viron I (Cuarta parte)

Escuchando: “Fuente Esperanza” de Héroes del Silencio

Me siento: Joía con la gripe

-Taquilla 1980, aquí está.

Colocando la palma de mi mano sobre la puertecita, ésta se abrió y me dejó ver lo que contenía: un sobre con mis nuevas órdenes. Hasta ese momento no sabía nada de esta misión salvo el ir a Viron I y ahora iba a conocer el verdadero fin. Me guardé el sobre en el bolso y guardé el casco espacial dentro de la taquilla, poniendo rumbo a una tienda de ropa cercana dentro del complejo para ponerme algo mas disimulado y que evitara saber que soy de la Tierra. Al final me decidí por una túnica con capucha tradicional vironiana que me gustaba mucho y me senté tranquilamente en uno de los asientos de descanso de turistas donde te atendían unas chicas muy guapas que te ofrecían refrescos gratis. Aunque parece un poco ilógico, siempre he leído mis órdenes en lugares llenos de gente. Nunca me ha dado miedo que alguien las lea si se sienta a mi lado, ya me encargaría yo de que se le olvidaran con mis métodos especiales, de los cuales no hablaré.

-¿Qué dicen las órdenes? –me susurró electrónicamente Alfred.

-Tenemos que coger un transporte para Viron Capital y encontrar a Madame Petinent, con la cual debemos de trabajar. Es nuestro contacto. Al parecer, alguien nos recogerá allí –informé a mi artificial compañero por primera vez en toda nuestra relación.

-Entonces –comenzó a poner su cerebro cibernético en marcha-, mejor coger el transporte hidro que, según el sistema central de comunicaciones de la estación, está al llegar.

Me levanté enseguida y, esquivando a la multitud de seres que había en aquel espacioso recinto metálico y carente de adornos, me planté ante una taquilla donde una chica de color azul y pelo amarillo atendía siempre con una sonrisa falsa. Tras mirarnos mutuamente los escotes, me vendió un billete para el hidro a un precio bastante caro y diría que me estafó, pero la cuestión era largarse de allí enseguida y contactar con Madame Petinent.

Dentro de la estación el aire era puro, pero cuando salí al muelle de atraque eché de menos mi casco espacial ya que todo estaba muy contaminado. La verdad es que mi tos no me hizo pasar desapercibida.

El hidro apareció en el horizonte expulsando una gran cantidad de humo y es que este aparato no es mas que un hidroavión que se mueve con la fuerza del carbón. Verlo con sus cuatro chimeneas me resultó bastante desagradable, al menos, por fuera, ya que en el interior era un transporte bastante aceptable.

Entré, ocupé mi asiento y me abstraí profundamente hasta que me dí cuenta que alguien me estaba observando, mirándome fijamente. Levanté la cabeza y por el estrecho margen de visión que me ofrecía la capucha, distinguí a mi particular observador. Mi sorpresa fue mayúscula ya que era Yicam, la chica que me atendió en aquel complejo de belleza en Raycor.

-Hola –dijo sin abrir la boca.

Estaba dentro de mi cabeza.

-Hola, Barbarella, me alegra saber que te acuerdas de mí y me parece aún mas divertido que no sepas que los raycorianos hembra sabemos leer la mente. No te lo dije entonces, pero me gustaron tus pensamientos… Es mas, ahora me gustaría hacer el amor contigo.

Ella se pasó la lengua por los labios.

-Pero primero te tengo que llevar ante Madame Petinent.

Eso sí que me sorprendió.

-Sí, trabajo para ella. Yo también viajo y tengo extraños jefes.

Su monólogo conmigo cesó y no me dijo nada durante todo el viaje. Sin embargo, ahí estaba. A una distancia, pero la notaba junto a mí. Es mas, la notaba por dentro de mi túnica. Sentí unos labios en mi cuello y hasta un mordisco. Algo hizo que mi vestido se abriera y quedaran libres mis pechos para un fantasma me los chupara sin compasión durante minutos y minutos. Me costó no dejarme llevar, sobre todo cuando una lengua invisible empezó a jugar con mis otros labios. Vaya con el poder mental de las raycorianas

continuará

jueves, 12 de junio de 2008

Patricia Montero


Es la actriz que pasa a ser protagonista principal en "Yo soy Bea" (por si no os habéis enterado, aunque ya formaba parte del plantel) y, si os digo la verdad, creo que es una de las chicas mas guapas que he visto en toda mi vida. Por eso la pongo aquí. Me gusta mucho.

miércoles, 11 de junio de 2008

En Viron I (Tercera parte)

Escuchando: “Canción Escondida” de La Oreja de Van Gogh

Me siento: Algo llorosa por la gripe

El rumbo ya estaba fijado con precisión y el Gran Hoyo no tardaría mucho tiempo en aparecer. Según me habían dicho era una gran apertura practicada en la superficie de Viron I por donde entraban y salían las naves espaciales del interior del mundo civilizado, totalmente calcinada por los reactores. La cuestión ahora era cómo iba a pasar por allí en una simple vr-monotracer ya que solo era para aparatos estelares.

Un ruido me hizo mirar por el retrovisor y ver como cientos de vehículos me perseguían hasta los topes de aquellos astronautas que solo deseaban copular con la diosa caída del cielo. Uno detrás de otro. Anda que menudo trabajito me querían dar esos pordioseros. Quizás querían que batiese el record del Universo de la mujer que mas veces ha sido penetrada de forma continua, pero como que por mi parte no estaba ni estoy dispuesta a tanto. Por desgracia ellos seguían en sus trece y comenzaron a disparar a mi vr tratando de averiarla y no me quedó otro remedio que realizar una serie de maniobras evasivas entre los mausoleos, pero no se despegaban de mí. Estaban tan cerca que ya sentía auténtico pavor de que me cogieran y mas que tratarme como a la diosa que decían que era, se dedicaran a violarme sistemáticamente como una banda de cerdos.

Sin embargo, algo extraño pasó. Noté en los oídos un leve zumbido algo molesto, aunque a ellos les hizo parar en seco presas del dolor y dar media vuelta. Ante mí tenía ya una colina carbonizada y paré. El zumbido continuó e hizo acto de presencia otro tipo de sonido, como de algo cayendo de las alturas. En ese preciso momento, una nave espacial roja apareció en el cielo casi envuelta en llamas por la entrada en la atmósfera y entró en el cráter del Gran Hoyo como un hilo por el ojo de una aguja. Aquel espectáculo me cegó durante unos instantes y mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la cuestión de cómo entraría al otro mundo de Viron I por allí.

Me acerqué poco a poco hacía la colina atraída por un objeto que despedía un leve destello y, a cada paso, veía con mayor claridad que era una puerta metálica que aún no estaba totalmente carbonizada. Pasé mi mano por su superficie y, entre algo que parecía hollín, apareció un cartel escrito en varios idiomas comunes en toda la galaxia: “Entrada de personal”. Bien podría ser el medio para entrar en el mundo subterráneo de Viron I, pero la puerta se resistía hasta que me harté y le pegué unos cuantos tiros con mi blaster hasta que retrocedió abriéndose hacia dentro, hacia la oscuridad.

Cogí el cristal de Alfred y me lo metí en el cinturón electrónico para que pudiera seguir comunicándome con él y me interné en las tinieblas. Y, coomo siempre, lo hice sin precaución, por eso caí en un trampa que me llevó sin aliento a una estancia donde estaba mas que claro que vivía alguien con cierto mal gusto, aunque hacía fresquito y eso se agradecía. No tardé nada en conocerlo.

-Hacía tiempo que no caía una chica por ese conducto –dijo un extraño ser humano con pelo de punta, como si siempre estuviera bajo la influencia de la electricidad estática-. Pero nunca había caído en esa posición.

Me dí cuenta que estaba tirada en el suelo sobre una manta de piel con las piernas abiertas.

-Siempre hay una primera vez –me levanté rápidamente-. Me llamo Barbarella y soy agente especial de las Fuerzas del Orden del Espacio galáctico. Tengo que entrar en Viron I.

-Yo me llamo Jurgeni, para serviros –se presentó el curioso individuo-. Y soy el responsable de la central de energía de aprovechamiento de Viron I –sonrió ya que pensaba que se iba a poner a alardear de sus conocimientos y de cómo reutilizaba el calor que desprendían las naves espaciales cuando entraban y salían del mundo subterráneo, aunque cambió de idea al ponerse muy cerca de mí-. Dime, ¿te has enfrentado a los muertos vivientes?

Puse cara de extrañada mientras me quitaba el casco espacial ya que allí había oxígeno y no hacía falta llevarlo puesto.

-Sí, mujer, a esos que viven en las naves caídas. Están vivos, pero en realidad están muertos para todos los demás. Vi desde mi telescopio como escapabas en tu moto de ellos por el desierto. ¿Qué les has hecho para que se pongan así? Nunca se habían acercado tanto y menos mal que el Sistema les repelió.

-¿Sistema? –pregunté aún mas extrañada.

-Sí, mujer, el Sistema que los mantiene alejados del Gran Hoyo. Fue una suerte que a ti no te afectara –volvió a sonreír.

-Bueno, dejémonos de chorradas. Tengo que entrar en Viron I, ¿me ayudas?

-Sí, mujer, pero algo me tendrás que darme a cambio.

Me fijé que su entrepierna estaba bastante mas puntiaguda que hace unos momentos.

-Claro, Jurgeni.

Me parecía que ya había saltado suficiente ese día, así que volví a mis maniobras.

-Vamos a jugar a algo muy divertido –le dije mientras le sentaba en una silla y le ponía mi escote en sus narices-. Pero, dime, ¿por dónde he de salir?

-Por esa escotilla –me la señaló antes de que le atara las manos y, después, los pies a la silla.

-Hmm, gracias.

Le pasé los pechos por la cara e hice un amago de sentarme encima de él, pero no lo hice. Bajé y le desenfundé el miembro que estaba a punto de explotar, igual que todo su cuerpo. Abría la boca y saqué la lengua y la dejé a un par de centímetros de la punta de su capullo. Hice que sintiera mi cálido aliento sobre él.

Entonces, me levanté, cogí mis cosas antes su sorpresa e, internándome por la escotilla me despedí de él.

-Lo siento, Jurgeni, pero otro día será –corrí por el pasillo entre carcajadas mientras oía sus lamentos.

-¡Al menos no me dejes atado!

No tardé nada en descubrir el mundo subterráneo de Viron I. Debajo mío estaba el espacio-puerto que se abría a una enorme masa de agua, un mar interior que se perdía en el horizonte. Un sol artificial iluminaba todo el núcleo mientras que las naves circulaban de forma anárquica allí abajo. Seguí bajando hasta llegar a la estación de transportes para dirigirme a la capital.

Continuará


martes, 10 de junio de 2008

Hoy tengo un hambre espantosa


La tercera parte de Viron I la dejamos para mañana, chic@s :-). Besitos

(¡Ay! Laurapausini, si te tuviera aquí, no sé cómo te dejaría hoy...jajaja) Mas besitos.

lunes, 9 de junio de 2008

En Viron I (Segunda parte)

Escuchando: “Rehab” de Amy Winehouse

Me siento: Insomne

No sé cuánto tiempo permanecí inconsciente, pero no creo que fuera mucho ya que aún no me habían capturado. Me dolía todo el cuerpo, pero, aún así, traté de incorporarme en un mundo al revés.

-Alfed… humpf, ¿sigues ahí? –rogué por que siguiera operativo.

-Sí, Barbarella, aunque el sistema de energía de la nave está destrozado.

-Da igual, tenemos que seguir hacia el Gran Hoyo. Tuve que haberte hecho caso –me lamenté amargamente mientras me estudiaba las heridas y me tocaba por si tenía algún hueso roto-. Deposita en tierra la vr, por favor.

Fue toda una suerte el haber embarcado mi moto vr-monotracer en la bodega de la nave y los últimos impulsos electrónicos del sistema de energía se perdieron abriendo la compuerta para liberar mi vehículo. Al verla reposada sobre esa arena, que mas bien parecía sal desde el ventanal frontal, me cambié de ropa y me puse el casco espacial para poder respirar en la atmósfera de Viron I. Tras esto, saqué el cristal originario de la memoria de Alfred y nos fuimos de allí mientras activaba, desde la distancia y a toda velocidad, el dispositivo de autodestrucción. Mi nave era vieja, pero tenía tecnología de las Fuerzas y no podía permitirme que nadie se hiciera con ella ya que, según parecía, no estaba sola en aquellos parajes.

Alfred seguía trabajando en el interior de mi vr-monotracer emitiendo una señal de localización de emergencia a la Sede, pero ambos sabíamos que la única esperanza de sobrevivir era llegar al Gran Hoyo e internarnos en el mundo subterráneo de Viron I, dónde hay oxígeno, agua y civilización. Allí arriba no había nada de eso y de las posibles formas de vida que podría haber entre esas dunas… mejor no pensar ya que me hacían morirme de miedo.

Se me antojaba muy extraño el paisaje, el suelo, el cielo. Era casi como si circulara en una autopista en la Tierra. Era todo llano a través de ese camino blanco y las naves caídas no querían obstaculizar mi veloz carrera hacia la seguridad. Ya no les prestaba atención y pilotaba en silencio, hasta que unos puntos negros se materializaron en el horizonte. Disminuí la velocidad hasta detenerme, hasta darme cuenta de que estaba rodeada por hombres del espacio vestidos en unos andrajosos trajes de donde colgaban infinidad de cables. Trajes antiguos de varios mundos pero que ahora eran el uniforme heterogéneo de un ejército de supervivientes que me apuntaba con sus negras armas.

-¿Qué puedo hacer? –musité a Alfred.

-Nada –respondió la máquina impasible-. Estamos totalmente rodeados. Perdidos.

Empuñé mi blaster.

Con una violencia que no me esperaba, me arrancaron de los mandos de la vr y me ataron de pies y manos con unos grilletes oxidados, para dejarme, después, inconsciente de un golpe.

La frescura del ambiente que me rodeaba hizo que volviera en mí y lo hice tirada sobre el suelo metálico del puente de mando de un crucero vironiano totalmente destrozado y, lo peor, estaba desarmada. Solo me dejaron con mi traje y mi casco espacial. Desorientada me puse en pie para verme rodeada de varios guardias con sus trajes desgastados y frente a un hombre sentado en el puesto central como si fuera un trono.

-¡Bienvenida, terrestre, a nuestro reino olvidado, jajajaja! – gritó aquel extraño astronauta-. Soy Garal, comandante supremo de las flotas supervivientes. Bienvenida a nuestro hogar donde los enemigos ahora son hermanos de sangre en las tinieblas del recuerdo de nuestras familias y nuestros gobernantes. Abandonados a las arenas del Gran Desierto del Mundo muerto. Olvidados para siempre, salvo por ti, por que, si no, ¿a qué has venido entonces? ¡Hemos rezado a los cielos por tu venida, oh, gran diosa! Hace muchos años que nuestras naves cayeron sobre este planeta y desde entonces las mujeres han desaparecido.

Debían de creerse que Viron I estaba deshabitado por completo y que ellos eran los únicos vivos sobre su faz o su interior.

-Si es así, ¿por qué me habéis derribado? –dije intentando mantener la calma.

-Pues la respuesta es bien sencilla: para que no nos abandonaras nunca y pudieras satisfacer a tus fieles. A satisfacer nuestros deseos con tu sexo, diosa de la fertilidad.

Ahí me dí cuenta que había caído en manos de una panda de locos, pero no eran unos cuantos astronautas olvidados, sino cientos.

-Todos nosotros plantaremos nuestra semilla en ti para que nos des una nueva generación que pueda huir de este planeta y conquistar de nuevo el espacio.

Entonces, el viejo astronauta se levantó de su trono gris y se abrieron las compuertas del puente que daban al hangar principal del viejo crucero. Éste se encontraba atestado de otros hombres del espacio que gritaron de alegría al verme y que se volvieron locos intentando trepar por las metálicas paredes y acceder al puente para hacerme suya, de todos.

“¿Qué pensáis hacerme? ¿Dejarme de tal forma que termine caminando como un cangrejo” Pensé con los ojos fuera de las órbitas. Simplemente, estaba alucinada ante el panorama que tenía delante, pero me di cuenta que el viejo hizo retroceder a aquella masa activando un circuito en su muñequera, liberó un haz eléctrico y doloroso por la cabeza de sus hombres. Ese castigo fue tan rápido como la creación en mi mente de un plan de salida.

-Me alegra ver que estáis dispuestos –sonreí-. Garal, ¿verdad?

-Sí, sí, mi señora –tartamudeó.

-Mejor empezar con la fertilización lo antes posible y tu serás el primero al ser el comandante supremo –me pasé la lengua por los labios mientras me regodeaba en mi interior, para luego acercarme a él y mostrarme como una diosa ardiente de placer.

Con todos los honores que mi picaresca pudo alcanzar, me llevaron a una sala donde no era necesario llevar el casco para respirar. Quitármelo al fin era casi como una liberación. Aquella sala no era mas que el gigantesco camarote del comandante del crucero con una cama redonda, de borde metálicos, en una esquina. Me desnudé y me dejé arropar por las pieles que había tiradas sobre el colchón.

Garal me hizo esperar un tiempo que aproveché para maquillarme y adoptar una postura sobre la cama de natural sensualidad. El plan ya estaba comenzando a tomar forma real justo cuando la puerta se abrió de par en par para dejar entrar al comandante que, sin ceremonia alguna y directamente, se quitó su traje espacial y, como una bestia aprisionada, fue directamente a penetrarme, no tardando nada en derrarmarse sobre mí, pero no estaba dispuesta a que esto acabara así.

-Igual te has satisfecho tú, pero yo no. Tu diosa no.

Encima, debajo… hasta que lo dejé totalmente exhausto. No me importaba dónde se derramara ni que dijera que no podía mas. Quería sacarle hasta la última gota. Me daba igual que le doliera ya que yo era una gata en celo dispuesta a conseguir mi objetivo. Dejarle destrozado para hacerme con su muñequera de control y poder escapar.

-Buf, genial –dijo tras el primero.

-Dios mío – después del segundo.

-Para, por favor – tercero.

-Me duele el…- tras el cuarto.

-No puedo…

Pensé que lo había matado del esfuerzo, pero no era así. Aun no he matado a nadie en la cama, jajaja.

Me limpié sus fluidos derramados en mi cuerpo y me vestí de nuevo armándome con la muñequera de control, disponiéndome a salir de aquella guarida en busca de Alfred y la vr. Por suerte, no tardé nada en encontrarles en el hangar principal, aunque muchos de los hombres con los que me crucé se llevaron unas cuantas descargas.

-¡Alfred!

- Barbarella, has tardado mas tiempo del que tenía estimado –me reprochó la máquina.

Me negué a seguirle el juego y le contesté que ya era hora de poner rumbo al Gran Hoyo.

Continuará.

viernes, 6 de junio de 2008

En Viron I (Primera parte)

Escuchando: “Esta Madrugada” de Amaral

Me siento: Algo resfriada

Cuando me dijeron que tenía que ir al Sistema Viron me quedé como petrificada. Nunca había ido tan lejos sola y, aunque dicha zona del espacio estaba pacificada desde hacía muchos años, no era muy recomendable para ningún desprevenido viajero ya que la ruta de acceso era muy peligrosa por la asombrosa proliferación de asaltantes espaciales. ¿Miedo? Qué va, eso sí, simplemente soy una mandada.

Tuve que esperar mas una hora para obtener permiso para despegar desde el muelle de lanzamiento de la Sede, ya que los cielos de la zona alta de la ciudad estaban atestados de aparatos que entorpedecerían mi salida al exterior. Tras aburrirme como una ostra, esperando a que un hilo de voz surgiera de los auriculares, se procedió al típico y accidentado desacoplamiento de mi vieja nave 691 con el sistema de anclajes. El encargado del atracadero no me quitó ojo mientras le hacía aspavientos desde mi cabina acordándome de toda su familia.

Alfred, mi computadora de a bordo como ya os comenté hace unos días, estaba muy callado y no me quiso comentar nada mas allá de los simples datos de mantenimiento de la nave y de cuanto tiempo íbamos a tardar en llegar hasta el Sistema Viron.

-Tardaremos unas 280 horas terrestres si mantenemos el rumbo y velocidad prefijadas en el plan de vuelo, Barbarella –me informó a través de su voz metálica.

- ¡Buf! Eso es una barbaridad, Alfred. Anota que, cuando regresemos a la Tierra, se nos sean modificados los impulsores o… que directamente nos asignen una nave nueva.

- Siempre he estado a bordo de esta nave, Barbarella y creo que nunca cambiaré de lugar. Mi vida operativa se está acabando.

- No me vengas con esas ahora. Tu y yo siempre estaremos juntos…

- Eso mismo dijeron los anteriores agentes –se quejó la pobre máquina de una forma casi humana.

Tal vez tuve que haberle dicho algo, pero me callé y me fui a mi cama tras tomarme una pastilla para dormir durante todo el viaje, mientras, Alfred tomaba los mandos como siempre.

Nunca podré acostumbrarme a la agobiante sensación que te recorre el cuerpo entero cuando tomnas la píldora del viaje espacial. El calor que emano parece que me quema y, en sueños, siempre trato de arrancarme la ropa que me asfixia, deseando quedarme totalmente desnuda. Pero, entonces me dan mas ganas de que venga alguien a darme mas calor. Resulta ser una situación complicada.

Varios destellos me apartaron de mis ensoñaciones artificiales. Destellos realmente molestos que emitía Alfred sobre mí con varias luces para que me despertara ya que habíamos entrado dentro del Sistema Viron sin novedad alguna, gracias a Dios. Me situé algo mareada ante los mandos y desde mi cabina pude ver la blanca esfera que es Viron I, el planeta capital de ese casi olvidado imperio que tuvo que pacificar mi jefe.

Como hago siempre, conecté el rastreador de masas superficial y se volvió loco ante la gran cantidad de elementos metálicos que reposaban sobre esa tierra de arena.

- ¿Qué sucede, Alfred? –le pregunté alarmada a mi fiel computadora.

- Todas esas señales que estamos recibiendo de la superficie de Viron I son los restos de las naves de combate que cayeron en las guerras. Hay miles de ellas.

- Y, ¿por qué no recogen toda esa chatarra? – el reciclado de naves de guerra y despojos es un negocio en boga en toda la galaxia debido a la escasez de metal en las minas tradicionales y por la carestía de los materiales de extracción.

- Para los vironianos no es chatarra, sino tumbas. Su respeto por los guerreros es tal que los hombres y mujeres que iban a bordo de esas naves siguen ahí abajo, en sus eternos mausoleos. Las estructuras quemadas al sol son los túmulos de todos los caídos en combate, enemigos unidos en la eternidad.

Me quedé bastante perpleja ante la explicación de Alfred. Sorprendida y muy interesada en esas naves olvidadas, así que comencé a pulsar teclas y a tomar el control de la nave.

- ¿Qué haces, Barbarella? –se alertó Alfred-. Tenemos que dirigirnos al Gran Hoyo por donde se penetra en el mundo subterráneo de Viron I, el único que está habitado y en el que se puede estar sin máscara de oxígeno.

- Venga, hombre, ¿me vas a decir que no te ha picado la curiosidad por ver de cerca esos mausoleos?

- Primero, a mi no me pica nada y soy una máquina, así que no tengo curiosidad. Eso último es para seres de carbono…

- Como los humanos –le corté en su alarde de lógica mecánica-. Me da igual, vamos a volar por la superficie de este planeta medio muerto .

La fuerza de atracción gravitatoria dominó el curso de mi nave durante unos pocos segundos en los que los controles de alerta estuvieron a punto de soltar chispas. Pensé que nos íbamos a quemar. Algo nerviosa por el ruido de las alarmas y de la presión sobre el casco, conseguí enderezar mi trasto volador. Cuando todo se estabilizó, la fuerte luz solar de aquel sistema inundó con intensidad el interior de mi cabina mientras maniobraba a toda velocidad entre miles y miles de cascos de antiguas naves de guerra. Era como volar por el interior del esqueleto de una gigantesca bestia abandonada por el Tiempo.

- Barbarella, debemos dirigirnos al Gran Hoyo directamente. Aun está a mas de 21.000 kilómetros de aquí dirección noreste –volvió a quejarse Alfred. Directamente no le contesté ya que estaba absorta contemplando como las arenas del eterno desierto de Viron I se iban tragando poco a poco las otrora orgullosas naves. Sí, demasiado absorta como para darme cuenta que desde una de esas moles me lanzaban un mortero que acabaría derribándome.

jueves, 5 de junio de 2008

Mis noches con una desconocida muy conocida.

Aquí os dejo un mail de laurapausini que me ha dejado sin aliento:

Cada noche y no miento (excepto cuando llego de trabajar mas muerta que viva) pienso en ti, y al comenzar a pensar siempre termino imaginándote en mi cama, repito una y otra vez aquella noche cuando quedamos a kilómetros de distancia pero que te sentí muy cerca. Recuerdo que gracias a ti comencé a tener aquellos multi orgasmos que al principio tanto me asustaban. Ahora cuando pienso en tí y me acaricio a la vez (lo siento pero mas de una vez lo he hecho) logro tenerlos. Te contaré cómo es una de las noches que pienso en ti.

Llego a mi casa, después de entrar en Internet y mirar tu blog, voy corriendo a la ducha, me ducho con el agua bien caliente y, mientras enjabono mi cuerpo, me acuerdo de tu relato, aquel que dejaste en tu antiguo blog. Te recuerdo con tus tacones delante del espejo y eso no te imaginas cómo me excita, termino de ducharme casi sin aliento pues entre que te pienso y te imagino conmigo bajo el agua, me toco y tu recuerdo me hace sentir. Salgo directa a la cama donde me espera en la mesilla de noche bien, cerca de mi, mi amigo el dorado (recuerdas quien era, ¿no?). Comienzo a acariciar mis pechos, a pellizcarme los pezones como lo harías tú, mojo mis dedos con mi lengua y los siento calientes, duros, entonces es cuando tu mano baja por mi estomago acercándose a la zona mas húmeda que tengo en mi cuerpo. Me acaricias casi sin tocarme, pero con el solo roce me enciendes por dentro, tus dedos bajan aun mas, y logras entrar en mi con una facilidad exquisita, entras una y otra vez y mi respiración cada vez va mas rápido y cada vez estoy mas húmeda, necesito sentir tu lengua en mi, y la siento comienzo a gemir (a veces mi compi de piso creo que me escucha), pero nada de eso me preocupa. Siento tu lengua entre mis piernas mientras tus dedos siguen entrando y saliendo de mi cada vez mas rápido, juegas con mi clítoris mientras yo pellizco mis pezones, acercas al chico guapo de la noche, mi dorado y solo pones su punta mientras sigues jugando con tu lengua. Cada vez lo haces entrar mas y mas y yo cada vez estoy mas y mas excitada, es una mezcla de deseo y morbo que me encanta. Me pones todo el dorado dentro y lo mueves mas y mas rápido. Te siento sobre mi y tus pechos caen casi en mi boca tu sexo caliente y mojado cerca del mío, me excita mirarte a la cara, sigues moviéndote y yo casi estoy a punto de no aguantar mas, te comienzas a mover de una forma mas rápida, me penetras mas y mas fuerte y yo ya no puedo mas. Logro morder tus pezones y me voy en un orgasmos que se repite una y otra vez, cuando pienso que ha terminado comienza otra vez y es cuando te siento a horcajadas sobre mi, abro los ojos y respiro, se que es solo mi imaginación, pero me encanta imaginarte, cierro los ojos y vuelvo a comenzar... ahora mismo creo que voy a hacerlo, un besito linda buenas noches.

miércoles, 4 de junio de 2008

Negación

Escuchando: “Drug Store Truck Drivin´Man” de The Byrds

Me siento: Indiferente

Hay días en los que te llegas a preguntar por qué tanto esfuerzo en hacer algo para que luego no sirva para nada. Lo curioso es que me da igual. Puede ser un sentimiento un poco frío, un poco ilógico… No sé cómo calificarlo. Era una misión. Tenía que intentar salvar a una persona, pero he fallado y lo he hecho a posta y, lo peor, me da igual. He tenido el destino de una persona en mis manos, he intentado ayudarla aunque era un ser mezquino. Sí, un ser mezquino que había sido atrapado en un control y detenido por no tener la documentación en regla, aplicándosele al inmediato el procedimiento de internamiento especial de espía.

La misión llevaba varios días parada y se me encargó dirigirme hacia Ovilion IV para realizar un intercambio y que soltaran a un prisionero llamado Parcus que era importante para nuestras Fuerzas. No voy a negar que desde el primer momento me desagradó la idea de ayudar a ese individuo. Leí detenidamente su ficha, la típica de un maltratador de mujeres y un delincuente consumado. Ciertamente me dejé llevar por esa impresión para no dar el 100% por mi misión, aunque no es que me cruzara con obstáculos muy salvables a pesar de todo. Seguramente el resultado final sería el de fracaso total aunque hubiera puesto todo mi empeño.

A las 350 horas aterricé en el Complejo de Internamiento de Ovilion IV sin que me esperara nadie, a pesar de que estaba atestado de burócratas y soldados. Caminé unos metros desde mi nave, cuando noté que alguien me estaba tocando una nalga de forma poco ortodoxa. Me giré y no había nada ni nadie… Bueno, sí, por debajo de mi cintura había un extraño ser verde de ojos tristones.

-Hacía tiempo que le esperábamos, agente –me miró de soslayo-. No me mire con esa cara de asco.

No soy capaz de ocultar mis sentimientos, he de confesarlo. Es un problema grave.

Me acompañó hasta una sala blanca y sin adorno alguno, provista únicamente de dos sofás bastante incómodos. La cosa verde me invitó a tomar asiento y, aunque no lo deseaba, lo hice quedando a la espera del siguiente ser con el que tuviera que hablar.

La puerta automática del fondo se abrió con un suave silbido y entró un hombre vestido con una larga túnica roja y morada. Su rostro quedaba oculto tras un extraño casco de viajero espacial. Me puse en pie delante de él, dejando el bolso sobre el sofá.

-Me han comunicado que Vd. es la agente que envían las Fuerzas del Orden… Nunca defraudan …

¿Eso fue una carcajada? Sí, lo fue. Me examinó de arriba abajo.

-Sí, y vengo a que me dé la autorización para que suelten a Parcus. Aquí tengo los documentos requeridos y…-comencé a decir.

-No sirven de nada –me cortó en seco-. Sabe tan bien como yo que Parcus necesita un Yak, alguien que le defienda en el Juicio que se va a celebrar. Sin Juicio no lo podemos soltar y si no tiene defensa tampoco se puede celebrar nada. En estos casos, la Ley suprema es clara en Ovilion IV… Quizás podamos hacer algo.

Seguro que sonreía tras su casco.

Movió su enguantada mano y, como si llevara unas tijeras invisibles, me fue despojando de la parte superior de mi vestido y comenzó a estimularme los pezones, pero no me derrumbé.

-Estoy intentando contactar con un Yak, pero dicen que no lo defenderán al no tener los papeles en regla ya que eso les imposibilita en su ejercicio, pero… Parcus está internado por no tener los papeles en regla ¿Si en Ovilion IV se ha creado un procedimiento para este tipo de casos bajo la imagen de un juicio justo, por qué luego los Yak se niegan a defender? Menuda trampa que no se han creado Vds.

Me hizo sentarme en uno de los sofás con las piernas abiertas mientras me descubría su miembro.

-Bueno, bueno, eso ya veremos. Todo depende de cómo se porte Vd.

Me apretó contra él.

Tener que hacer el amor con ese tipo por salvar al otro tipejo… me daba asco.

-¡Argg, maldita zorra! –gritó mientras le estrujaba con fuerza con mi mano izquierda su miembro e impedía que entrara en mí, con la otra mano le apuntaba a su oculto rostro con mi blaster.

-Igual hoy las Fuerzas del Orden del Espacio galáctico te defraudarán. Igual yo te defraudo.

Le empujé con mis piernas hacia atrás y le disparé a la entrepierna. Comenzó a chillar como un cerdo.

La puerta automática se abrió y entró corriendo la cosa verde que acabó con la cabeza cauterizada con otro certero disparo.

-Os podéis quedar con Parcus todo el tiempo que queráis. No pienso mover un dedo por él.

Conseguí escapar por los pelos de allí.

martes, 3 de junio de 2008

Es vicio

Escuchando: “Downtown” Petula Clark

Me siento: Tranquila

Es un pequeño vicio que siempre he tenido. Desde hace muchos años. Desde que dejé de ser niña y comencé a experimentar con mi cuerpo. Me encanta pellizcar, jugar y estimular mis pezones todas las noches. Da igual que me acueste temprano o tarde. Después de ver la tele, venir de la calle o leer un libro. Es casi un rito.

Me encanta pasar la yema de mis dedos índice sobre mis “montañitas”. Sentir los surcos de la piel sobre ellos para, luego, apretarlos, pellizcarlos y estirarlos. Sentirlos duros. No tarda nada en agitárseme el corazón. Mi cuerpo se estremece y comienzo a sentirme húmeda, cada vez más húmeda y hambrienta. Mis labios se mueren por chupar otros pezones y la sangre me palpita en la cabeza.

Nunca lo he comentado con otras mujeres, pero es como si cada uno de mis pezones tuviera su función, su momento, su personalidad… El izquierdo lo dejo siempre para cuando llego al orgasmo de mi masturbación. Siempre me paso minutos y minutos pellizcando el derecho mientras la misma mano derecha se dedica a jugar con mis otros labios y mas allá.

Pero cuando llego al final, es cuando me centro en el izquierdo y sí que vuelo como en mi nave y gimo sin parar. Es como si tuviera todo el centro del placer ubicado en ese pequeño punto de mi ser. Me hace explotar una y otra vez.

Es increíble que haya tenido mas orgasmos yo sola con mis pezones que haciendo el amor como un animal con algún hombre. Aunque haciéndolo con mis chicas, no me quedo muy atrás. Igual me gusta demasiado la sutileza de movimiento íntimo que hay entre mujeres.