martes, 17 de junio de 2008

En Viron I (Quinta parte)

Escuchando: “Sultans of Swing” de Dire Straits

Me siento: Mejor cada día

No voy a negar que el viaje fue de lo mas placentero con Yicam, y es que la chica no me dejaba en paz con sus poderes mentales. ¡Cómo me apretaba y me chupaba! Menos mal que soy chica curtida en estas lides y pude mantener el tipo delante de todo el pasaje. Curiosamente, ella simplemente se dedicaba a mirar distraída por su ventanilla.

El hidro amerizó y con la ayuda de unos pintorescos remolcadores de colores muy chillones acabó siendo amarrado al muelle 15 de Viron Capital. Las azafatas nos invitaron a que fuéramos abandonando el aparato de forma ordenada y dando preferencia a aquellas formas de vida que tuvieran problemas para adaptarse al contorno de la nave, ya que ésta estaba diseñada únicamente para transportar humanos y allí había de todo un poco.

Junto con Yicam bajé la por la pasarela tras un monstruoso ser tentacular muy amable y educado en su trato con todas las personas con las que tropezaba en su lento avanzar. Nunca en mi vida había oído tantas veces seguidas la palabra “perdón”. Seguimos a la criatura hasta la salida del puerto y en la estación múltiple algo hizo saltar mis alarmas internas. Mi instinto me decía que algo estaba sucediendo y que éramos nosotras el objetivo de una atención no deseada. Le agarré del brazo a Yicam para obligarla a detenerse cuando irrumpieron dentro de la estación varias decenas de miembros de la policía de Viron. No sé por qué, pero sabía desde el primer instante que iban por mí.

Poco a poco el flujo de gente que salía de la estación se fue ralentizando ya que aquellos agentes paraban a diestro y siniestro a todo el mundo para preguntarle si conocía a la mujer de la foto obtenida a través de una cámara de seguridad. Y sabréis que era yo la que había captado la cámara.

El temor se hizo patente entre los vironianos ya que la policía confirmaba el rumor de que un “extraño” había desde el exterior, desde la superficie desértica del planeta, y andaba suelto por las calles de Viron.

-¿Qué es un “extraño”? ¿Es un soldado de esos que habitan allá arriba? –pregunté muy bajito a Yicam.

-Exacto, Barbarella. Son muy peligrosos y los últimos que accedieron al interior de nuestro mundo causaron muchos disturbios, aunque mucha gente dice que son un mito y que no existen esos hombres, que todos murieron hace muchos años. Otros dicen que son ellos los que creen que nosotros ya somos un mito. ¿Quién sabe? Igual ellos viven el futuro y nosotros el pasado o al revés.

-Créeme, existen, aunque ahora mismo me buscan a mí y no a uno de ellos.

Mi mirada se cruzó con la de un policía y sus ojos fríos me contemplaron a través de sus gafas protectoras azules. Abrió la boca y gritó empuñando su arma:

-¡¡¡Alto!!!

Todo el mundo se tiró al suelo instintivamente salvo yo. Me elevaba como un menhir sobre un prado multicolor, como un fantasma oscuro en medio de Viron.

No sé qué pasó, pero seguro que Yicam fue la responsable ya que todos los agentes comenzaron a ahogarse y ambas empezamos a correr y a saltar sobre las personas esparcidas por el suelo. Sabía que el efecto no iba a durar y desenfundé mi pistola lista para abrir fuego contra aquellos que, como yo, tenían su misión y sabía que no iban a dudar ni un segundo en dejarme mas agujeros que a un colador.

Los agentes recobraron la compostura y comenzaron a dispararnos ráfagas de tiros cuando alcanzamos el interior de un vehículo policial y lo robamos, poniéndose Yicam a los mandos y yo en la parte trasera regalando algo de metralla.

No os cansaré con el relato de la persecución a toda velocidad por calles y autopistas que acabó con nuestro vehículo destrozado y nosotras corriendo como unas desalmadas por los bajos fondos de Viron hasta despistar a nuestros perseguidores. Era momento de entrar en los dominios de Madame Petinent de una vez por todas y de conocer a aquella misteriosa mujer con la que tendría que trabajar.

Tras entrar por una puerta falsa practicada en una pared de un asqueroso callejón muy oscuro y que apestaba a orín, accedimos a una estancia donde largas cortinas de plástico caían desde las alturas para caer sobre grupos de personas tiradas por doquier sobre unos gigantescos cojines. Las risas eran amortiguadas por la suave música y un aroma que me resultaba bastante familiar embotaba los sentidos. Algunas de aquellas personas nos miraban e intentaban tocarnos los pies con sus bailarinas manos, otros se dedicaban a otros menesteres.

En el centro de aquel salón, podríamos llamarlo así, nos esperaba una mujer de largos cabellos negros tirada sobre una inmensa cama y abanicada con unas plumas que portaba un hombre totalmente depilado y azul, el cual estaba completamente desnudo salvo por un taparrabos. La mujer era Madame Petinent sin duda alguna, y como percibiendo nuestro aroma, se desperezó y se puso de rodillas sobre el colchón para recibirnos mientras se colocaba bien su camisón totalmente transparente.

-Muy bien, Yicam, has traído a nuestra invitada de una pieza, a pesar de que toda la policía de Viron os anda buscando –no tenía cara de enfado, sino que estaba divertida, y es que a Madame Petinent le gustaba jugar con los agentes de la autoridad de aquel planeta. Cogió el rostro de Yicam entre la palma de sus manos y le dio un beso en la mejilla, gesto que ésta agradeció con una leve sonrisa de satisfacción.

-Ven, Barbarella, ven aquí conmigo, no seas tímida –Madame Petinent se echó sobre la cama y yo tuve que acostarme junto a ella, a su derecha-. No te asustes ya que es algo que hago siempre que trabajo con una agente del orden mujer como tú. Como vamos a ser compañeras, debemos de empezar a compartir, ¿no crees? –me acarició el rostro mientras sentía como el hombre del abanico subía a la cama.

-¡Dioses! –exclamé y no con falta de razón cuando aquel ser azul se desembarazó del taparrabos y mostró a la concurrencia un miembro de exageradas proporciones.

-No te asustes, cariño mío –trató de tranquilizarme Madame Petinent-. Es una androide de compañía y su… miembro de adapta a cada mujer.

Sin darme cuenta, éste me cogió de las caderas y me rasgó el vestido entero y me metió todo, caliente y suave como si fuera de verdad. En mi vida sentí tanto placer de algo artificial, mientras que Madame Petinent con un mando unido al androide por un cable hacía que la forma de su miembro cambiara de tamaño, rugosidad… dentro de mi vagina.

Sudaba por todos lados y, ciertamente cuando me iba en mi propio éxtasis, el androide me la sacó y Madame Petinent comenzó a chupársela con fruición. ¿A lo que se refería con compartir eran mis fluidos, aquellos que pasaban del miembro al interior de su boca?

Todo el mundo estaba a nuestro alrededor, mirándonos. Yicam sobre todo, por que luego me enteré que solo tenía permitido tenerme a través de sus poderes mentales.

El androide se desparramó sobre Madame Petinent cuando ella lo ordenó a través del mando. Gotas de semen corrían por su boca que, rápidamente, recogía con las yemas de sus dedos y se los chupaba. Morbo y asco fue lo que sentí mientras el miembro del androide se relajaba algo para volverse a ponerse erecto y muy duro y volvió a mi interior para mi gozo.

Esta vez no me iba a quedar en las mismas y, mientras Madame Petinent se distraía contemplando como entraba en mí a toda velocidad, alcancé a arrebatarle el mando de órdenes y, justo cuando me iba, le di al botón de descarga y toda su leche se desparramó sobre mí. Desde la barbilla hasta la ingle. Mi piel totalmente cubierta de esa mezcla artificialmente cálida.

-¡¿Pero qué haces!? –chilló Madame Petinent toda furiosa mientras me tiraba de la cama y se volvía a dedicarse por entero a su androide.

Tirada en el suelo, con todas las miradas de aquellos extraños individuos sobre mí me quedé relajada hasta mas no poder.

Continuará.

8 comentarios:

Juan dijo...

Como se las gasta laurapausini, no nohemí? Menuda descripción!! Y tu nohemí, no me relatas como eres?
Mañana me paso por aquí con más tiempo.

Ya sabeis lo mucho que os deseo, no? Me despido con C.P.D. (cariño, picardía y deseo), Juan.

Anónimo dijo...

Como se la gasta nuestra barbarella buaaa vaya relatooo, que has echo esta vez, anda necesito ver la siguiente parte, el morbo me comeeee.

Y si juan si me la gasto y no sabes cuanto, un besino bien rico a ambos

Nohemí dijo...

A Juan:

Yo ya te dije cómo soy

Besitos

Nohemí dijo...

A laurapausini:

Y tanto, hasta un viejo amigo me ha dicho que no le importaría hacer un comic con la historia, jajaja, te lo imaginas?

Besitos

Juan dijo...

Acabo de leer la historia ya que el otro día no pude por falta de tiempo, ahora mismito voy a leer la 6ª parte, jijijijiji. Ya me has puesto cachondón y se me ha puesto media peleona. Ya te cuento en la siguiente.

Asta ahora mis calientes amigas!!

Nohemí dijo...

A Juan:

Espero que algo mas que medio peleona...

Besitos

Anónimo dijo...

Mmm escuhando sultans of swing ? me encanta esta canción , escuchar la version de Pedro Javier Gonzalez a la guitarra española , impresionante . . . ya se que no viene al cuento . . . pero lo bueno hay que compartirlo ocn el resto

Nohemí dijo...

A Fausto:

Toda la música que escucho es por herencia de mis papis, que les encanta y tienen una coleccion monstruosa de vinilos.

No, no había escuchado nunca esa versión.

Besitos