viernes, 6 de junio de 2008

En Viron I (Primera parte)

Escuchando: “Esta Madrugada” de Amaral

Me siento: Algo resfriada

Cuando me dijeron que tenía que ir al Sistema Viron me quedé como petrificada. Nunca había ido tan lejos sola y, aunque dicha zona del espacio estaba pacificada desde hacía muchos años, no era muy recomendable para ningún desprevenido viajero ya que la ruta de acceso era muy peligrosa por la asombrosa proliferación de asaltantes espaciales. ¿Miedo? Qué va, eso sí, simplemente soy una mandada.

Tuve que esperar mas una hora para obtener permiso para despegar desde el muelle de lanzamiento de la Sede, ya que los cielos de la zona alta de la ciudad estaban atestados de aparatos que entorpedecerían mi salida al exterior. Tras aburrirme como una ostra, esperando a que un hilo de voz surgiera de los auriculares, se procedió al típico y accidentado desacoplamiento de mi vieja nave 691 con el sistema de anclajes. El encargado del atracadero no me quitó ojo mientras le hacía aspavientos desde mi cabina acordándome de toda su familia.

Alfred, mi computadora de a bordo como ya os comenté hace unos días, estaba muy callado y no me quiso comentar nada mas allá de los simples datos de mantenimiento de la nave y de cuanto tiempo íbamos a tardar en llegar hasta el Sistema Viron.

-Tardaremos unas 280 horas terrestres si mantenemos el rumbo y velocidad prefijadas en el plan de vuelo, Barbarella –me informó a través de su voz metálica.

- ¡Buf! Eso es una barbaridad, Alfred. Anota que, cuando regresemos a la Tierra, se nos sean modificados los impulsores o… que directamente nos asignen una nave nueva.

- Siempre he estado a bordo de esta nave, Barbarella y creo que nunca cambiaré de lugar. Mi vida operativa se está acabando.

- No me vengas con esas ahora. Tu y yo siempre estaremos juntos…

- Eso mismo dijeron los anteriores agentes –se quejó la pobre máquina de una forma casi humana.

Tal vez tuve que haberle dicho algo, pero me callé y me fui a mi cama tras tomarme una pastilla para dormir durante todo el viaje, mientras, Alfred tomaba los mandos como siempre.

Nunca podré acostumbrarme a la agobiante sensación que te recorre el cuerpo entero cuando tomnas la píldora del viaje espacial. El calor que emano parece que me quema y, en sueños, siempre trato de arrancarme la ropa que me asfixia, deseando quedarme totalmente desnuda. Pero, entonces me dan mas ganas de que venga alguien a darme mas calor. Resulta ser una situación complicada.

Varios destellos me apartaron de mis ensoñaciones artificiales. Destellos realmente molestos que emitía Alfred sobre mí con varias luces para que me despertara ya que habíamos entrado dentro del Sistema Viron sin novedad alguna, gracias a Dios. Me situé algo mareada ante los mandos y desde mi cabina pude ver la blanca esfera que es Viron I, el planeta capital de ese casi olvidado imperio que tuvo que pacificar mi jefe.

Como hago siempre, conecté el rastreador de masas superficial y se volvió loco ante la gran cantidad de elementos metálicos que reposaban sobre esa tierra de arena.

- ¿Qué sucede, Alfred? –le pregunté alarmada a mi fiel computadora.

- Todas esas señales que estamos recibiendo de la superficie de Viron I son los restos de las naves de combate que cayeron en las guerras. Hay miles de ellas.

- Y, ¿por qué no recogen toda esa chatarra? – el reciclado de naves de guerra y despojos es un negocio en boga en toda la galaxia debido a la escasez de metal en las minas tradicionales y por la carestía de los materiales de extracción.

- Para los vironianos no es chatarra, sino tumbas. Su respeto por los guerreros es tal que los hombres y mujeres que iban a bordo de esas naves siguen ahí abajo, en sus eternos mausoleos. Las estructuras quemadas al sol son los túmulos de todos los caídos en combate, enemigos unidos en la eternidad.

Me quedé bastante perpleja ante la explicación de Alfred. Sorprendida y muy interesada en esas naves olvidadas, así que comencé a pulsar teclas y a tomar el control de la nave.

- ¿Qué haces, Barbarella? –se alertó Alfred-. Tenemos que dirigirnos al Gran Hoyo por donde se penetra en el mundo subterráneo de Viron I, el único que está habitado y en el que se puede estar sin máscara de oxígeno.

- Venga, hombre, ¿me vas a decir que no te ha picado la curiosidad por ver de cerca esos mausoleos?

- Primero, a mi no me pica nada y soy una máquina, así que no tengo curiosidad. Eso último es para seres de carbono…

- Como los humanos –le corté en su alarde de lógica mecánica-. Me da igual, vamos a volar por la superficie de este planeta medio muerto .

La fuerza de atracción gravitatoria dominó el curso de mi nave durante unos pocos segundos en los que los controles de alerta estuvieron a punto de soltar chispas. Pensé que nos íbamos a quemar. Algo nerviosa por el ruido de las alarmas y de la presión sobre el casco, conseguí enderezar mi trasto volador. Cuando todo se estabilizó, la fuerte luz solar de aquel sistema inundó con intensidad el interior de mi cabina mientras maniobraba a toda velocidad entre miles y miles de cascos de antiguas naves de guerra. Era como volar por el interior del esqueleto de una gigantesca bestia abandonada por el Tiempo.

- Barbarella, debemos dirigirnos al Gran Hoyo directamente. Aun está a mas de 21.000 kilómetros de aquí dirección noreste –volvió a quejarse Alfred. Directamente no le contesté ya que estaba absorta contemplando como las arenas del eterno desierto de Viron I se iban tragando poco a poco las otrora orgullosas naves. Sí, demasiado absorta como para darme cuenta que desde una de esas moles me lanzaban un mortero que acabaría derribándome.

6 comentarios:

Juan dijo...

Ya esta tardando en llegar la segnda parte.
Sabes que cada vez que leo tus historias me sumerjo en aquella época de niño que leía comics sin parar. Los años fueron pasando y la lectura pasó a otro plano.

Ahora llegas tú y en 2 semanas logras engancharme como una maruja a un culebrón.

Mira la hora en que te escribo y llevo desde las 7 de la mañana sin probar bocado, si es que gracias a ti pueda que me ponga a régimen. Aunque personalmente prefiero la dieta del cucurucho.

Que te gustaría ver? Pienso mal y acertaré? (ala, ya me empieza a subir el líbido y la testosterona, si es que lo mio va a ser una enfermedad) Doctora, como lo vé? Tiene cura? Puede hacer ud. algo?

Me despido, con cariño, picardia y con poca inocencia, llenandote de besos y un buen abrazo. Ciaoooooo :)

Nohemí dijo...

Al no tan anónimo Juan:

Hijo, la segunda parte para el lunes, que la cosa sigue, aunque todavía no he escrito la tercera.

La del cucurucho? Y supongo que conmigo, no?

No, lo tuyo no tiene cura y tampoco creo que la quieras.

Besitos

Anónimo dijo...

Me enganchas me enganchas y me enganchas, la verdad que espero anciosa por que tengas algo escrito en tu blog y cada vez que lo leo me enganchas mas, me gusta esta sensacion de dependencia de las palabras de una de las mujeres que aun estando a distancia me ha echo sentir tanto, espero tu segunda parte.
POr cierto eso que busca el anonimo juan, esa cura bendita... la podre tener yo tambien??? por que si eres tu la doctora estoy en mis ultimos dias, un besito linda, que tengas muy buen finde, yo te pensare desde aqui, muackss

Anónimo dijo...

Hola holaa , ya veo q dejas volar tu imaginación si . . . jaja eso esta bien .

Personalmente tengo otros gustos pero no por eso dejare de leerte y comentarte cousiñas por aqui jeje ( a mi las cosas espaciales m dan yuyu mucho yuyu jaja , excepto Star Wars )

Hasta pronto

Nohemí dijo...

A laurapausini:

¿Que me estás en los últimos días? Entonces habrá que hacer un tratamiento de choque contigo, laurapausini. Uno de esos de dejar las sábanas de la cama tiradas por el suelo ;-P

Besitos.

Nohemí dijo...

A Fausto:

Dejar volar la imaginación es lo único bueno que puedo tener ahora en mi vida.

No tengas miedo ;-P

Besitos